En "temporada de premios" urge hablar de algunas cosas y/o puntos esenciales de lo que significa o refiere la crítica, y lo que concierne al espectador como tal. Y no tan solo al espectador, sino, que también al consumidor, considerando que el cine últimamente ha ido mutando y lejos de buscar ser una obra artística, es un producto comercial que sólo busca agradar al público amplio, además de imponer ideología.
En primer lugar, parece importante hacer una crítica hacia los críticos, de donde se desglosan algunas aristas que surgen del debate de la subjetividad y la objetividad de quien observa, pugna proveniente de la filosofía de la segunda parte del siglo XX, y que se replica de una manera interesante en la sociedad actual (más capitalista, más neoliberal, y con internet al alcance de todos), ya en pleno siglo XXI.
Los discursos han ido cambiando si observamos el transcurso de las discusiones existenciales sobre la naturaleza humana, la postura de que el hombre es un ser racional, ha ido variando, dotando al hombre de una naturaleza reflexiva, - o por lo menos, mencionando que es el camino que el humano debe tomar - sin embargo, desde diversas áreas se ha mencionado que indefectiblemente no podemos relegar a un segundo plano nuestras características emocionales que guían el comportamiento y que, en la mayoría de las ocasiones, racionalizamos. Así, avanzando hacia un ser humano emocional.
Por lo tanto, la sociedad también se ha permitido a si misma, aceptar la emoción como una expresión humana válida y pura, ante lo que se observa, en este caso, ante alguna expresión artística, ya sea música, artes visuales o cine.
Considerando lo anterior, y sabiendo a priori que los humanos nos caracterizamos por la diversidad de razas, culturas y por ende, gustos, se hace, en extremo dificultoso, coincidir en las apreciaciones sobre el arte, donde además, debemos agregar, las experiencias personales de cada observador, y como juegan constantemente con las emociones mientras se observa (o después de ello).
Subjetividad y objetividad
Cuando hablamos de "ser objetivo", realmente podríamos estar hablando de una falacia persé, quizás la única manera de que apreciemos el arte de manera objetiva es que seamos un robot. Las artes no existen para ser apreciadas objetivamente, es más, parece imposible. Quizás, lo que más se le asemeje a la objetividad, sea tomar una postura neutra ante algún evento u obra, pero de igual manera, eso nos privaría de emocionarnos o entrar en juicios propios que, por definición, son necesarios para poder disfrutar del arte. Y con lo anterior, no quiero decir "como se DEBE disfrutar el arte", pero muchas veces la crítica e inclusive las personas comunes y corrientes que observamos cine, no disfrutan(mos) el cine.
Es cierto que debe existir, por lo demás, un equilibrio entre una apertura emocional, y un juicio racional o reflexivo sobre lo que se ve, más aún si la obra que se aprecia mantiene niveles de contigencia y/o crítica social. En el caso del cine, dejarse llevar por la fotografía o la música muchas veces puede hacer que nos guste una película, aun cuando su argumento no sea del todo redondo o que carezca de coherencia en su guión, o narrativa. Sin embargo, cuánto te guste una película o cuánto quieras hablar de ella, siempre tendrá que ver con quien observa, su historia de vida, el momento en que la observa, y las referencias que tenga.
Crítico de ratatouille
Ejemplo de lo anterior, es lo que menciona el crítico de la película de Pixar "Ratatouille" (2007) quien reseña luego de saber quien cocinaba era un ratón:
"La vida de un critico es sencilla en muchos aspectos, arriesgamos poco y tenemos poder sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su servicio a nuestro juicio, prosperamos con las criticas negativas, divertidas de escribir y de leer, pero la triste verdad que debemos afrontar, es que en el gran orden de las cosas, cualquier basura tiene mas significado que lo que deja ver nuestra critica".
Por otro lado, el crítico, al probar el plato de la rata, redirige aquel sabor a los platos que cocinaba su madre, haciendo alusión directa a una etapa de su propia vida, la cual es una experiencia única e irrepetible en la historia, pues responde a un momento específico e histórico de la vida de un sujeto, es decir, si bien existe una racionalización de su experiencia, inevitablemente esta fue emocional.
La creación artística y el ego en Birdman
La otra cara de la moneda, queda reflejada en la película del director mexicano Alejandro González Iñárritu, Birdman (2014) donde el personaje principal (Michael Keaton) un actor acabado que decide escribir una obra teatral para darle un impulso a su carrera alguna vez exitosa.
En la escena en que confronta a una crítica teatral, se puede ver la situación desde el otro lado, argumentando lo fácil que es para un crítico destrozar la carrera de quien se esfuerza por hacer una obra, considerando todo el desgaste emocional e intelectual que conlleva, mostrando además, el narcisismo de ambas personalidades, donde la crítica teatral es referida desde una posición antagonista. La escena, es sin duda también un mensaje desde los guionistas hacia la crítica, donde se incluye su director Iñárritu.
En ese sentido, si el arte es expresión del alma, ¿de qué sirve un crítico?
Los Óscar nunca premian lo mejor
Las glamourosas y desmedidamente importantes ceremonias de premiación a las producciones y artistas de la TV y el cine, principalmente en EUA, más que reconocer aspectos artísticos de las producciones cinematográficas, tienen una función política, y que se ve manifestada en la cultura popular. Es cierto que ha existido, en parte, una diferencia abismal en cuanto a premiaciones entre blancos y negros, pero en la actualidad, esa premisa se ha convertido en un grito de guerra contra la discriminación en EUA, y donde los Oscars, pasaron de un año (2016) en que no hubo ninguna nominación a afroamericanos, a la del presente año (2017) con muchas producciones con aquella temática y múltiples nominaciones a sus realizadores y protagonistas.
De aquí se entiende que los Premios de la Academia tienen una función política, que solo se expresa en su país de origen, y dada su fama y cobertura mundial, nos vemos incluidos en ello, pero que dista de muchos de los reales problemas políticos y sociales que el mundo debe afrontar.
Ya hablábamos sobre cómo el cine, mayormente comercial, tiene una función ideológica en el espectador, el que, de cierta manera busca mostrar ciertas "realidades" funcionales al sistema. Aún así, llama la atención que históricamente, el cine clásico moldó el pensamiento de la sociedad del siglo XX, generando una relación cine-espectador desde los estereotipos de moda, culturales (pensamiento Disney, o si se quiere, eco de la canción "Mentalidad Televisiva" de Los Prisioneros), políticos e ideológicos. Es por lo anterior, que durante muchas décadas tuvimos una percepción muy positiva del país de proveniencia de la mayor industria cinematográfica.
Gracias al surgimiento del cine independiente, es que sabemos los reales problemas sociales de EUA, considerando que históricamente fue una industria que supo vender muy bien "el sueño americano". De la mano de jóvenes realizadores (Korine, Jarmusch, Van Sant) y fecundados con la idea del Neorrealismo italiano, o la Nouvelle Vague francesa, se mostró otra cara de los Estados Unidos, sugiriendo nuevas problemáticas y, a la vez, más reales.
Este patrón es más común en otras latitudes del mundo, quienes no se arrugan por mostrar una realidad social, (razón por la cual, quizás sea menos cotizado que el cine comercial, vaya a saber uno...) El cine latino, africano, asiático (especialmente el iraní) e históricamente el europeo, han optado por utilizar las cámaras para denunciar la sociedad en que se vivía, tomando un tinte mucho más social y comprometido con generar cambios desde la crítica.
En definitiva, los premios Oscars, buscan marcar la pauta en cuanto a las discusiones que entrega el cine, ya sea desde una perspectiva comercial o artística, recordemos que el séptimo arte dentro de las expresiones artísticas modernas, es el más conservador y menos transgresor, en comparación a la música o la pintura, que ha tenido múltiples variables sobretodo el último siglo, pero bueno, el cine, apenas está en pañales (apenas un siglo).
De cierta manera, un cine más comprometido con la realidad social se realiza en diversos puntos del mundo, rememorando lo que alguna vez hizo Chaplin, quien con talento denunció a una emergente sociedad capitalista.
Pero volvamos a lo nuestro.
So... ¿Por qué una peli gusta más que otra? Pregunta abierta:
Como se dijo anteriormente, existe una responsabilidad clara de los críticos para que una película, sea reconocida, y aún más, catapultando a sus realizadores al cielo o al infierno. Teniendo mucha relevancia la personalidad del crítico y sus vivencias personales. Es decir, ser un "crítico" implicaría por obligación, ser una persona culta, con un bagaje cultural e intelectual amplio y abierto, conocer un poco de todo, y por cierto, no ser un/a viejo/a "mañoso/a". Cabe la pregunta, ¿existen críticos así realmente?
En la actualidad, hay elementos del "mainstream" que suscitan implícitamente lo que es bueno y lo que es malo. No comprendo por qué hay una serie de "directores, actores y/o artistas" que han sido catapultados de la escena audiovisual sólo por una o dos obras mal escritas o realizadas (Shyamalan, Proyas, etc.)
Está bien, estamos en la Era de la Información, donde todos podemos opinar, lo que, finalmente es un arma de doble filo, por un lado, existe parcial apertura a nuevas opiniones, y por otro, las opiniones suelen bifurcarse, considerando que hay un "mainstream" superior, que a veces tiene que ver con las críticas, de la prensa especializada. Sin embargo, para quienes gustamos del cine, sabemos que uno se relaciona y dialoga con una película constantemente, así como con una obra literaria o plástica, por lo tanto, apreciar una película es un acto artístico per sé, pues logra rememorar o crear emociones, evocar experiencias y sensaciones personales, e incluso, hacernos discutir respecto a problemáticas morales.
Finalmente, lo anterior es producto de un riquísimo debate en cuanto a la subjetividad humana, que se entremezcla con las vivencias personales, el conocimiento, lo artístico y lo puramente comercial. El llamado final, es a dejar de ser consumidores, y continuemos en nuestro rol de espectadores, discutamos lo que vemos, reflexionemos en torno a ello, en un mundo cada día más enajenado, urgen elementos que muevan el piso a quien ignora su realidad, o la de quien vive al lado de él.
Finalmente, lo anterior es producto de un riquísimo debate en cuanto a la subjetividad humana, que se entremezcla con las vivencias personales, el conocimiento, lo artístico y lo puramente comercial. El llamado final, es a dejar de ser consumidores, y continuemos en nuestro rol de espectadores, discutamos lo que vemos, reflexionemos en torno a ello, en un mundo cada día más enajenado, urgen elementos que muevan el piso a quien ignora su realidad, o la de quien vive al lado de él.
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