Una de las series más destacadas de HBO en la era post Game of Thrones es Euphoria. Protagonizada por Zendeya y dirigida por Sam Levinson, es un relato de la protagonista (Rue) sobre la vida de distintos adolescentes de una escuela secundaria. Basándose en una serie israelí del mismo nombre, Euphoria se sumerge en un universo virtual y real (a la vez) de drogas, adicciones, vicisitudes de la familia y el sexo.
En suma, Euphoria nos habla de como sujetos en la primera parte de sus vidas, buscan resolver lo que en cierto momento tuvo tal significación de falta (y por tanto de sufrimiento) de la manera en que les resulte mejor, lo que, en ocasiones pone en riesgo sus vidas. Los nuevos modos de vida, el individualismo, las nuevas relaciones y personalidades más narcisistas, constituyen distintos tipos de soledad, todos amparados por el artificio.
Artificio que de igual manera comunica. El maquillaje característico de Euphoria, que tuvo cierta resonancia en redes sociales una vez estrenada la serie, da la impresión de cierto lagrimeo, es pomposo y llamativo, pero ciertamente melancólico.
Con un estilo por momentos onírico y con una interesante propuesta artística busca mostrar diferentes estados emocionales y sensitivos a partir de la experiencia con drogas y las tribulaciones de los vínculos materno y paterno filiales en la adolescencia, que son, a posteriori constitutivos de toda persona.
Encuentra una cinematografía acertada en cuanto al espacio real, virtual y emocional de sus personajes. Si bien no es desde la originalidad, logra un resultado muy satisfactorio en cuanto a sensaciones. Por lo demás, capta la esencia del "ser adolescente" en el 2019. Entiende sus espacios y logra transmitirlos de manera tal que el espectador pueda acompañarlos desde las sensaciones asociadas a las tonalidades, la iluminación y la música propuestas por la dirección artística. La relación que genera entre sus personajes y como estos se relacionan a su vez de manera virtual es asertiva siendo esto indistinto para el espectador, el efecto que produce una interacción virtual es igual o más profundo que una interacción física. Lo virtual adquiere un estatuto de realidad, lo que rige las nuevas relaciones humanas.
El riesgo era relativamente alto, pues consistía en mostrar una temática millones de veces vista buscando escapar de los clichés típicos de este tipo de producciones. Y si bien no fue posible por momentos escapar de esos clichés, marca una nueva línea en cuanto a la profundización de ciertas líneas narrativas que encuentran una aproximación atingente a las discusiones y subjetividades propias de la adolescencia actual marcando una línea en cuanto a temáticas llamativas y contingentes.
Levinson invita al espectador a entramparse en esta nueva adolescencia, que va más allá de lo que típicamente muestra éste género de dramas escolares que van en la línea de 13 Reasons Why, Skins, Sex Education o The Perks of Being a Wallflower, entre otras. Es entonces, una adolescencia cruda, sufriente y amparada en el conflicto: la relación con lo sexual y la búsqueda de afecto presente en las relaciones sociales.
No es una serie que promueva en ningún caso algún tipo de vida específico, tampoco sataniza las drogas ni el sexo, no busca esencialmente ser moralista, sino más bien ofrecer la mirada de que la mayoría de los vicios que eventualmente podrían aparecer en esta etapa de la vida, vienen a resolver (de manera efectiva o no) algo que genera mucho sufrimiento de manera subjetiva.
Rue (Zendaya) pierde a su padre por un cáncer, relata haber probado sus drogas paliativas incluso en su presencia (o ausencia, pues se estaba muriendo). Durante el transcurso de la serie, se señala someramente que dicho proceso resultó ser traumático y en extremo doloroso, por tanto la relación entre el consumo y la resolución de ese recuerdo de una manera evasiva, se transforma en una constante para la vida de la protagonista.
Por otro lado, Jules (Hunter Schafer) es una joven trans. No experimenta mayormente con drogas, pero tiende a tener encuentros sexuales con hombres maduros y casados, a escondidas, lo cual en ocasiones ha puesto en riesgo su integridad. Anteriormente, su madre la abandona luego de internarla en un hospital psiquiátrico antes de su proceso de transición.
Kat (Barbie Ferreira) es una joven aproblemada por su cuerpo y sexualidad. Goza de gran popularidad en redes sociales de manera anónima escribiendo fanfics de boy bands adolescentes. Sus insatisfechas primeras experiencias sexuales le nublan y comienza a vender servicios virtuales por páginas porno.
Y quizás el caso más complejo de la serie, Nate (Jacob Elordi), quien responde a todos los clichés del deportista y popular de la escuela, pero que descubre a temprana edad que su padre se acuesta con transexuales. Ya en su juventud, comienza a confudir su propia sexualidad y a tener una tendencia hacia la violencia y una manipulación enfermiza de su entorno, siendo así una subtrama que explora y matiza de inusual manera la masculinidad como concepto.
Por otro lado, Jules (Hunter Schafer) es una joven trans. No experimenta mayormente con drogas, pero tiende a tener encuentros sexuales con hombres maduros y casados, a escondidas, lo cual en ocasiones ha puesto en riesgo su integridad. Anteriormente, su madre la abandona luego de internarla en un hospital psiquiátrico antes de su proceso de transición.
Kat (Barbie Ferreira) es una joven aproblemada por su cuerpo y sexualidad. Goza de gran popularidad en redes sociales de manera anónima escribiendo fanfics de boy bands adolescentes. Sus insatisfechas primeras experiencias sexuales le nublan y comienza a vender servicios virtuales por páginas porno.
Y quizás el caso más complejo de la serie, Nate (Jacob Elordi), quien responde a todos los clichés del deportista y popular de la escuela, pero que descubre a temprana edad que su padre se acuesta con transexuales. Ya en su juventud, comienza a confudir su propia sexualidad y a tener una tendencia hacia la violencia y una manipulación enfermiza de su entorno, siendo así una subtrama que explora y matiza de inusual manera la masculinidad como concepto.
En suma, Euphoria nos habla de como sujetos en la primera parte de sus vidas, buscan resolver lo que en cierto momento tuvo tal significación de falta (y por tanto de sufrimiento) de la manera en que les resulte mejor, lo que, en ocasiones pone en riesgo sus vidas. Los nuevos modos de vida, el individualismo, las nuevas relaciones y personalidades más narcisistas, constituyen distintos tipos de soledad, todos amparados por el artificio.
Artificio que de igual manera comunica. El maquillaje característico de Euphoria, que tuvo cierta resonancia en redes sociales una vez estrenada la serie, da la impresión de cierto lagrimeo, es pomposo y llamativo, pero ciertamente melancólico.
Comentarios
Publicar un comentario