Roma y Burning, películas en apariencia, contenido y culturalmente tan distintas, pero que sin embargo discuten temáticas relativamente similares. A mi gusto, las obras cinematográficas cumbre del año 2018. Por un lado Roma una película que con un cuidado blanco y negro, hace una radiografía de la realidad latinoamericana de los años 70. Y por otro, Burning, filme moderno, pausado y complejo, que a partir de una serie de situaciones intencionadamente extrañas sugiere un análisis político, cultural y social de la actualidad coreana. A continuación, se desglosan aspectos de la trama.
En definitiva, ambas películas hacen la siguiente comparativa: las diferencias culturales y vitales de ambas clases sociales (siguen siendo dos, no encontramos puntos neutros o clases medias) y como estas mantienen diferencias abismales respecto a su propio destino. En Roma, la clase baja sólo accede a un trabajo en servicio de las clases más altas (el caso del papel de Yalitza Aparicio y de todo el personal - servidumbre - de la casa de la familia protagonista) por su parte, el joven Fermín, también de origen modesto, es adiestrado para servir a intereses políticos a través del entrenamiento de artes marciales. La relación que Cleo mantiene con su "patrona", la Sra. Sofía (Marina de Tavira), es siempre asimétrica, pues da la impresión que es habitualmente blanco de todas sus frustraciones, en su mayoría proporcionadas por su rol en la sociedad: ser una mujer en la alta sociedad civil, no obstante, sigue siendo una mujer. Entonces parece ser que el análisis es dual: por un lado existe una desigualdad social y por otro una desigualdad de género, donde siempre esta desigualdad nos enrostra la superioridad de un elemento hacia el otro, siendo entonces una mujer pobre lo más bajo dentro de esta escala. (incluso podríamos añadir que es además indígena - Cleo habla la mayor parte del tiempo en una lengua nativa - y hasta el niño más pequeño de la familia, Pepe, le reclama y exije que hable en español).
En Burning, que es proveniente de una lejana cultura (para nosotros los latinos), la propuesta inicialmente no tiene mucha relación con Roma. Es aparentemente un drama inicialmente romántico, de ritmo pausado y en general haciendo un mayor uso de elementos metafóricos y simbólicos, el cual lentamente se va sumiendo en una especie de drama de misterio, pues las decisiones de los personajes se van volviendo extrañas y erráticas, muchas veces carentes de sentido.
El director coreano Lee Chang-Dong nos presenta a un trío que representa aquella clásica imagen en que chico y chica se vuelven a encontrar desde pasar la infancia juntos, el chico se enamora, sin embargo aparece un tercero, abismalmente más interesante y adinerado que él. Paulatinamente, la película va migrando desde esta primera parte romántica hacia una persecución entre estos últimos dos personajes, que simbólicamente disputan una mujer, sin siquiera saberlo, pues es todo tan ambiguo en Burning que es uno como espectador quien tiene que ir atendiendo a cada plano y diálogo.
La particularidad de Burning es que la personaje femenina del trío principal (Hae-mi), va perdiendo progresivamente el protagonismo, hasta ser obviada hasta cierto punto (la primera escena en el restaurante del trío protagonista es esencial, la chica se frustra pues no es tomada en cuenta, y los planos, la omiten intencionadamente). El primer punto que nos muestra Lee, es este, la invisibilización de una mujer, que evidentemente no pertenece a un estrato social alto. La comparativa constante entre ambos muchachos, es desde una perspectiva social, es decir, mediante su estatus en la sociedad, y por ende, su poder adquisitivo.
Esta comparativa va más allá, pues está en todo momento realizando una diferenciación del ser pobre, y ser rico. Por ejemplo, asume la perversión del personaje de Ben, un hombre de una buena posición en la escala social, un gatsby, e incluso podríamos pensar en un American Psycho, pues a pesar de que eventualmente realizara actos ilícitos, no parece tener problemas judiciales, a diferencia del padre del protagonista Jong, quien es encarcelado por disturbios en la vía pública ante un ataque de ira, lo cual era movilizado además por lo que siempre fue su personalidad (considerar la personalidad de Jong, tímido, retraído, e incluso un poco tonto, se infiere, que a partir de la forma de ser del padre). La lógica de esto, es que un hombre de clase alta puede hacer lo que quiere a pesar de sus perversiones, en cambio, un hombre pobre debe ser castigado por aquellas. Y a partir de esto mismo, las perversiones de Ben las satisface también con gente pobre, pero con mujeres pobres (invisibles, insignificantes, solitarias), que se explica en la metáfora de los invernaderos, a partir de la creencia cultural coreana, de ser un país agrícola, y por ende, de invernaderos, que se abandonan a destajo.
Por ende, encontramos puntos de comparación entre Roma y Burning, a pesar de las premisas tan distintas entre sí, nos damos cuenta que la esencia del mensaje a entregar es relativamente el mismo. En Burning presenciamos aquello que invisibiliza a la mujer, vemos el proceso, más bien desde una mirada del hombre, pues son ellos quienes terminan siendo los protagonistas, generando un escenario que es excusa para hablar precisamente de aquella invisibilización. Por su parte en Roma, vemos el detalle de aquello invisibilizado, lo vemos por dentro, y desde la perspectiva de la mujer, en dos de sus aristas, la pobre y la rica.
Otro punto comparativo sería el aspecto sexual. En Roma el personaje de Fermín, se exhibe ante Cleo de manera tal que da la impresión de señalar implicitamente Mira lo que soy capaz de hacer, ¿te gusta?, donde existe una lógica mayormente narcisista, pues Cleo se mantiene en silencio, como mera espectadora, contestando en parte lo que Fermín desea oír. El personaje progresivamente va mostrando su real cara al enterarse del embarazo de Cleo. En el caso de los patrones de Cleo, la cosa no es muy distante, el padre es más bien lejano y se le ve habitualmente de mal humor, a pesar de que aparentan ser una familia feliz y unida, a medida de que la trama avanza se da a entender que su comportamiento está mediado por mentiras e infidelidades, siendo capaz de abandonar a su familia, por estar con una mujer más joven. En Burning, por su parte, Jong y Hae-mi concretan un encuentro sexual al inicio de la película, en esta escena, muy poética por lo demás, el plano se concentra en Jong, señalando en parte su inexperiencia, y su bajo interés en la satisfacción de Hae-mi, quien por primera vez es obviada, es decir, es utilizada como objeto masturbatorio. Lo que después confirma el director Lee, pues ante la ausencia de Hae-mi, Jong fantasea con la idea de ser masturbado por ella en su departamento. Otro detalle que parece ser interesante, son las constantes escenas en que los personajes masculinos de Burning, Ben y Jong, se miran en los espejos, dando entender aquel mismo narcisismo del cual hablaba Cuarón en Roma a partir del personaje de Fermín. Ambas películas establecen un claro diagnóstico de acuerdo a este ítem, la satisfacción sexual del hombre no tiene relación con la de la mujer.
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