No es sorpresa que Mel Gibson se
haya interesado en un testimonio lleno de mensajes cristianos y una devoción
impresionante hacia Dios, lo cual resumiría a grandes rasgos de qué trata “Hasta El Último Hombre”. Con escenas
realmente crudas y diálogos llenos de emociones, el director nos regala una
película lejana a ser una más del montón. No te sorprendas si la música te
pareció conocida, después de todo el realizador se trata nada más y nada menos
que el hermano de Harry Gregson-Williams, uno de los directores musicales que
nos ha cautivado colocándole ambiente musical a muchas de las películas de
nuestra infancia (como Sinbad el Marino,
X-Men Origins: Wolverine, o Las Crónicas de Narnia), logrando
llevarnos a otros mundos, o pararnos los pelos en cada conmovedora cinta.
Hacksaw Ridge (título original) nos trae consciencia y un
mensaje pacifista recargado, en medio de una cinta llena de sangre y guerra
despiadada. Un total acierto para un director que había estado alejado de las
pistas por decisión propia luego de tanto escándalo.
Pero no estoy escribiendo como
crítica de cine. No siento que se me dé bien, después de todo sólo es una
opinión de alguien que no tiene tanto trayecto observando cine. Es más bien el
escrito de alguien que disfruta ciertos géneros, aprecia la música y las
escenas que nos otorga un director, y siempre se pregunta: ¿Cómo habrá hecho
esto? Pensando continuamente en que nada de la pantalla es real sino cosa de la
mente de alguien que tiene todo el anhelo de mostrarnos un poco de sí mismos.
Esta película me encantó, debo
empezar con ello. Suelo ser seguidora de películas de guerra pues me llama
mucho la atención, además de la tragedia, la valentía de muchos hombres de dar
su vida por el ideal de UNA cabeza. Francamente, me impresionan
las historias de hombres que sobrevivieron a una lluvia de balas y de
enfrentamientos hostiles de los cuales una ráfaga de suerte los salvó, por
misericordia. He visto varias ya, de las cuáles me imagino que la más icónica y
que en esos años nos impactó demasiado fue “Rescatando al Soldado Ryan”, con la
magnífica actuación del gran Tom Hanks (actor que mi mamá adora). Desde allí mi
sed por “realismo” en las películas de guerras ha sido cada vez más intensa. Y
bueno, les comento que Hacksaw Ridge
es totalmente satisfactoria si de efectos realistas se trata. Hay unas
explosiones de personas y soldados heridos por doquier, con gritos de dolor que parecen ser
totalmente reales.
Siempre, en cada película donde
somos espectadores del inicio de la batalla, hay nervios. En la gran mayoría de
este tipo vemos a los soldados temblar de miedo, vomitar, rezar, acordarse de
buenos momentos, etc., un sin fin de maneras dispuestas para que sientas los
mismos nervios que ellos. Pero quiero destacar que nunca me había puesto tan
nerviosa con una escena previa a la batalla como en esta película. [ Desde aquí comienzan los spoilers.] Quizás
fue porque tenemos un personaje que no quiso llevar nada para defenderse, con
una bondad demasiado amplia (por lo tanto, no queremos que muera), y el
ingrediente clave de cadáveres pasando en masas frente a ellos con alguien
diciéndoles "que a esos son los que vienen a reemplazar". Todos esos
factores dan como resultado un dolor de estómago que nos empieza a hacer
reflexionar acerca de cuán valientes fueron ellos -y lo cobardes que somos
nosotros estando allí bien cómodos mirándolos-. Incluso en la escena en la que
los soldados sobrevivientes conversan con los nuevos, nos plantan miedo sin
exceso, a lo que vendrá. El detalle del hombre que vomita cuando estaba dando
indicaciones es monumental, pues se ve un tipo grande y fuerte, pero que no se
salvó de un revoltijo de estómago después de todo el infierno que pasó - y que
volverá a pasar-. La batalla comienza y los nervios no se van sino que
empeoran. Las escenas son tan crudas que puedes ver en los ojos de los pocos
soldados a los que logran enfocar por un poco más de un segundo, el terror y el
nerviosismo. Te preguntas ¿Qué habrías hecho tú en sus lugares? y se te vuelve
a apretar el estómago. Entonces el soldado Doss comienza a moverse y tú ruegas
a Dios (porque él cree en Dios) que lo salve, que no permita que le hagan daño,
y luego te acuerdas de que eso pasó en la vida real y te preguntas ¿Cómo pudo
sobrevivir a eso? ¿Realmente consiguió hacer esa hazaña de la que todos hablan?
¡¿CÓMO LO HIZO?! ¡Si es prácticamente imposible!
Vemos en estas dos horas y dieciséis minutos un personaje pulcro,
con un error tan mínimo que él condena
como si fuese lo peor. Un protagonista
que nos hace preguntarnos constantemente que
tan bueno somos (o nos creemos), y si podemos ser mejores aún.
La primera guerra que vemos es
con él mismo. Es cuando nos presenta su consciencia extrema representada en la
creencia de un mandamiento bíblico, "No Matarás". Está claro que para marcar a una
persona de por vida, el trauma debe ser grande, y como la consciencia actúa en
todos de manera distinta, el acto de casi matar a su hermano con un ladrillo
fue el necesario para hacerle cambiar de
parecer. Entre los personajes suelen recalcarse la violenta vida a la que
los hermanos estaban
expuestos (cosa que no se ve tan explícita en pantalla), situación que le
pesa mucho a medida que pasa el tiempo a nuestro protagonista.
La segunda, empieza cuando ya vemos a un personaje maduro en sus creencias, expuesto al
mundo real, y lo peor de todo: a
una guerra. Lo que en una circunstancia
normal hubiese sido totalmente natural,
en una situación de guerra se vuelve anormal y hasta delito: el hecho de no
querer utilizar un arma. Debo
decir que personalmente me impactó muchísimo esta parte, pues trata de
mostrarnos la lucha interna que vive una persona con convicciones. Una persona
que luego de tomar su decisión,
tiene que superar muchas barreras para mantenerse firme y alcanzar su meta
personal. Cuando veía las escenas siempre pensaba en que no parecía una
mala acción el intentarlo al menos para
complacer al resto, pero cuando él seguía firme a pesar de todo, yo también
comencé a reafirmar el pensamiento de "No, tiene razón, ¿Por qué no lo
dejan hacer lo que quiere si no está haciendo daño?" y hasta comencé a
luchar junto a él acerca de su propia convicción (lo que me hace analizar
también el asunto de que nos empapamos de convicciones ajenas cuando éstas son
firmes).
La tercera guerra y, se supone,
la más importante, es la que vive
en el campo de batalla. Cuando vemos la reafirmación de sus creencias y el
héroe comienza a tomar pantalla. Ahí es cuando se te paran los
pelos y ves la venganza más agradable que has estado esperando en la vida. Toda la
angustia que sufriste cuando lo golpearon injustamente en la noche, cuando lo
encerraron en aquel cuarto sin dejarlo casarse, y todo lo demás que él mismo
decidió soportar por llevar a cabo sus creencias personales, termina allí,
cuando comienza a salvar a cada uno de esos tipos.
Quiero enfocarme en sus
principios. Quiero enfocarme en la terquedad que mantuvo respecto a hacer el
bien, a concretar su gran hazaña de no matar a ningún sólo hombre. ¿Se dan
cuenta de lo complejo de la situación? Desmond vivió en carne propia el ser
perseguido, el ver como mataban a sus compañeros de tropa, de habitación, de
país. Vio como le explotaban las piernas a muchos de ellos, como sus tripas
salían de sus cuerpos, como la crueldad japonesa conseguía victorias y
victorias, y él no tomó venganza por ello. Es más, en la película hasta nos
cuentan de que salvó enemigos. O sea eso significa que la compasión de este
hombre superó los límites imaginados. Al igual que su valentía.
La historia real no escapa mucho
de la película. Mel Gibson se encargó de que fuese lo más verídica posible,
omitiendo ciertos aspectos que hacían que algunos personajes se reivindicaran
también, así nos preparaba emocionalmente para más situaciones y nos conectaba
sentimentalmente con el personaje principal. Cosa que consiguió también Andrew Garfield,
con su espectacular y fresca actuación. Como opinión personal, me encanta. Sus
actuaciones se ven tan fluidas, tan sinceras. Nos entrega personajes distintos,
pero con su propia esencia y, personalmente, suele transmitirme tanta ternura
que siento que es fácil enamorarse de él, tal como todas las chicas que
conquista en las pantallas. En Hacksaw
Ridge vemos a un Andrew terco, pero lleno de bondad. Casi lloramos cuando
lo golpearon y vimos sus heridas al día siguiente con su carita de tristeza y
decepción (pero aun totalmente decidido de continuar) quedándonos en silencio
cuando el Sargento le pide que renuncie. Casi golpeamos la butaca delantera del
cine cuando lo dejan encerrado en su boda tan injustamente, haciéndolo sufrir
así, y de seguro quisimos abrazarlo cuando vio a su amigo morir, o también
llorar a su lado cuando lo vimos en la camilla, pensando que
probablemente era su escena final. [Fin
del Spoiler] Así es Andrew Garfield. Nos conecta con él, nos cae en
gracia, nos provoca esa ternura y ganas de ser su amigo (o algo más). Y cuando
llora sentimos su tristeza, al igual que cuando sonríe, sentimos su alegría.
Eso es algo que pocos actores masculinos consiguen transmitir. Quizás se deba a
la simpatía que trasmite (aunque hayan fuentes que dicen que en persona no es
real), o a su esencia de niño que sigue manteniendo siempre consigo. Me acuerdo
de "Never Let Me Go" y el llanto que brotó de mis ojos con su
actuación tan inocente, o igualmente las lágrimas que me provocó la muerte de
Gwen en "The Amazing SpiderMan 2" sólo porque estábamos viendo en la
gran pantalla el sufrimiento (bien realista) del chiquillo que se notaba
profundamente enamorado de esa muchacha en sus brazos. Bien merecido tiene esta
nominación al Oscar ahora.
Por último, quisiera destacar el
gran trabajo del Director de Fotografía,
Simon Duggan, encargado de deleitarnos anteriormente con "Yo,
Robot", "300", "El Gran Gatsby", "Underworld
Evolution" entre otros, por regalarnos esas escenas grandiosas como la
batalla en sí. También el trabajo musical de Rupert Gregson-Williams (escribí esto escuchando el BSO y es
maravilloso), del cual espero seguir escuchando soundtracks por mucho tiempo
más. Nos transmitió fuerza, tristeza, bondad, nos paró los pelos, nos apretó el
pecho, el estómago y nos soltó las lágrimas.
Mi recomendación es verla atento,
sin distracciones, ojalá en el cine. Disfrutar cada escena, creer todo (que no
es difícil pues las cosas se van dando de manera casi natural), y deleitándote
con la música. Te aseguro una buena experiencia.
Por Nivia Araya
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