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Sobre sociedad, hackers e inconsciente (parte 2): Serial Experiments Lain

Hace -ya bastante- tiempo atrás, nos referíamos a la relación que existía entre el Internet y lo inconsciente, introduciéndonos preliminarmente en Paprika (2006) de Satoshi Kon y Mr. Robot (2015 - act.) de Sam Esmail. Ciertamente es un tema que genera otros sub-temas más apasionantes aún, pues no solo se refiere a la relación actual que tenemos con el internet, sino que además, reflexiones sobre el deseo humano y los avances tecnológicos que mucho se relacionan a esto. Es por eso que al menos desde lo audiovisual y la cultura (y por qué no el arte) se ha ido fantaseando con la idea de la inutilidad del cuerpo, a propósito de la lógica de la conciencia como fin colectivo e individual, así como también de la inteligencia artificial (I.A.).

Esta relación no responde a una cuestión de esta década, encuentra orígenes incluso en discusiones políticas y filosóficas del siglo pasado. Foucault por ejemplo proponía una visión de la sociedad en relación al poder desde la perspectiva del panóptico como medida de control de los cuerpos (biopolítica), señalando que el Estado y sus poderes ejercían un control y el "poder" de las personas precisamente a través de los (sus) cuerpos, y con esto, sus movimientos, decisiones, alimentación y un gran etcétera. 


En la actualidad nos encontramos con un capitalismo financiero y neoliberal consolidado, el cual tiene una relación con el Estado bastante más controlada, reduciendo su función al mínimo. Quizás para entender el momento actual y las nuevas relaciones que el modelo económico tuvo que adaptar con el Estado, el filósofo coreano Byung-Chul Han entrega algunas directrices, planteando principalmente que al haber un amplio auge de la "libertad como derecho" (por sobretodo económico) también permite una libertad y autonomía de los cuerpos. Propone que el modelo biopolítico señalado por Foucault no fue suficiente, progresivamente el capitalismo debió adoptar nuevas formas que permitieran, en las personas, una sensación plena de dicha libertad, teniendo la certeza de que se han dejado atrás las represiones y limitaciones del aparato estatal, y por ende se promuevan políticas que impulsen la realización personal. Existiría, por tanto un autocontrol ligado a los ideales culturales, el cual ya no es del todo externo, sino que es considerablemente interno, a esto Han le llama "psicopolítica". 

En sus palabras, la psicopolítica tiene un mayor impacto y profundidad si la comparamos con una visión biopolítica del control social, pues opera sutil y silenciosa, instándonos a colaborar a nosotros mismos en este proceso de autocontrol y autoregulación, abarcando no solamente nuestro cuerpo, sino que también nuestra psique.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver toda esta introducción con el título de este post? A propósito del anime Serial Experiments Lain (SEL), aquella engorrosa serie japonesa de 1998 y de múltiples análisis en círculos científicos y artísticos, aquí también pretendemos ofrecer una que otra reflexión.


Lo primero: el arte. De manera muy escasa se ven animes con un arte como el de SEL. Insistente con la idea de una sociedad plana e inexpresiva, donde de manera frecuente se siente una sensación de asfixiante soledad. El énfasis en los cableados (wired) es hostigoso, y con justa razón, hay una constante necesidad de conexión en un mundo socialmente desconectado. La paleta de colores es casi monocromática, siendo el cielo indistinto del suelo, y las sombras parecen ser parte de una sustancia indescriptible, teniendo gran importancia en momentos específicos de la trama. Aquí es llamativo lo luminoso de los espacios públicos y lo oscuro de los espacios privados, lo que supone al espectador cierta incomodidad con esto último, pues tienden a ser amplios, desérticos y de escaso contenido. En ese sentido el personaje de Lain no tiene que decir o demostrar en ningún momento que está (o se siente) sola, el escenario es elocuente. SEL conoce bien sus referencias, argumentativas y artísticas: es un homenaje sencillo al cyberpunk de Akira (1988) y Ghost in the Shell (1995), y un hijo (no por ello menor obra) de Perfect Blue (1997) de Kon.

Luego tenemos el argumento. Complejo, confuso, rompebolas. No busca ser autoexplicativo, pretende a un espectador activo y despierto. Juega con la idea del trastorno disociativo (Perfect Blue eres tu?), luego con lo conspiranoide, incluso manteniendo ciertas similitudes con Matrix, antes de que esta fuera dada a luz, incluso parece ser una gran obra de ciencia ficción hacia sus capítulos finales. Por otro lado, su temporalidad tampoco es lineal, y los sucesos parecen muchas veces no tener dicha lógica, por esto ocurren muchas veces en un lenguaje encriptado. El desafío a quien la ve es notable, obliga al espectador a una atención dirigida, a ser consciente de su visión y revisión, en este caso tiene cierta funcionalidad.

SEL es una serie que aborda demasiados tópicos, y su gran ventaja es que los aborda magistralmente, aquí quisiera detenerme en dos: la adolescencia solitaria y su relación con el Internet, y además la lógica de la innecesidad del cuerpo para fines políticos.

La virtualidad como continuidad, señores.

La crisis de identidad que se vivía a finales de siglo XX, supuso infinitos escenarios para lo que sería entrar al nuevo siglo, la época de las máquinas y como bien auspiciaban los, en ese entones, hermanos Wachowski en Matrix, el dominio de éstas.  La apertura paulatina a las personas naturales de las computadoras y por sobre todo al internet, significó entonces un cambio constante en la manera en que seres humanos nos comunicamos. Apareciendo de alguna manera cierta inmediatez en el diálogo y por sobretodo una inminente "virtualidad" en las interacciones.

El ser humano moderno es angustia pura, y una de esas angustias es visible en la interacción social. Parece ser que la organización y construcción de redes comunitarias y sociales se ha visto debilitada, mayormente para fines políticos, sin embargo, han triunfado los modelos "humanistas" de la auto-realización y la búsqueda del sentido individual, por sobre el colectivo. Por ende, el individuo solitario es, definitivamente más posible en el siglo XXI.

El Internet tiene un efecto inmediato en esta premisa. El individuo, ante esa imposibilidad de la colectividad (o más bien, ante la dificultad de esta) se planta a partir de su angustia, le acomoda esta soledad, pues la diferencia está en que en Internet puede lograr suplir dicha soledad bajo la premisa de la virtualidad a través de la "conexión" con otros individuos. Curiosamente, esta ha sido una tónica abundante en tiempos actuales, habría que preguntarse el por qué.


Podríamos pensar que ante la imposibilidad de "ser" en la cultura por distintas prohibiciones, religiosas y culturales, presentes en aspectos reprimidos de la "personalidad", la vida puede eventualmente presentar un constante ir y venir de limitaciones ante la aparición de un deseo. En esta virtualidad, el sujeto puede deshacerse de aquello, siendo por sobretodo, quien realmente es, o jugar con la idea de serlo, pues no deja de ser virtual. Esto nos permite pensar, en que el individuo en Internet, es un individuo aliviado parcialmente de su represión.

Esto en sí, en Serial Experiments Lain es visto de manera conflictiva - para el sujeto -. Vamos por parte: Las sombras parecen ser algo que proviene de nosotros mismos (y las cosas), y que sin embargo tiene una naturaleza extraña, un color no visto en la realidad. Por otro lado, aparentemente el mundo real es rutinario y plano, repetitivo por momentos: el camino a casa, el tren, el gentío en el semáforo. Aquí hay dos elementos: hay algo en nosotros que es extraño para nosotros, pero que es nuestro, aunque no queramos reconocerlo. Este puede ser visto en la vida real, sin embargo sólo está ahí sin que le pongamos atención. El mundo real no es llamativo, ante la aparición de la red, Lain la percibe como un ente con características virtuosas, dinámicas y coloridas. En un inicio, estos elementos son percibidos dentro del aparato (el PC), luego de un tiempo, estos emergen de él y no distinguen entre mundo real y virtual, tomando formas y colores distintos. Aquí la realidad es indistinta de virtualidad, generando aquello disociativo propuesto por la serie. En la red, Lain no tiene reparos en ser distinta a quien es, o mostrarse realmente como ella es. Sin embargo, recordemos que en el inicio de la serie es presentada como una adolescente muy tímida e introvertida. 

En el episodio 8 Lain es acusada de divulgar un rumor sobre una de sus amigas (básicamente que fantaseaba con un profesor de la escuela). Sin saber por qué la acusan de eso, se percata de que ella misma lo ha estado divulgando por Internet. Al enterarse de esto, decide asesinar a la parte de ella que ha estado teniendo estas intenciones, pero continuar con esto sería un suicido para ella, pues se da cuenta que es ella misma. La Lain de internet es muy distinta a la Lain que asiste al colegio y vive una solitaria vida con su distante familia. Sin embargo son la misma. El contexto cambia, solo que uno permite al sujeto vivir sin una opresión cultural, por ende no dando tanto espacio a represiones.


La premisa de SEL en este apartado, se relaciona a que la virtualidad permite a los sujetos desentenderse de la cultura, en ese sentido, el mundo en la red tiene otros lineamientos culturales considerablemente más libres o que son percibidos como tal, sin embargo que se desentienda de la cultura no significa que no tenga un impacto en ella. La percepción de que nuestros actos virtuales no pertenecen al campo de la realidad es solo una ilusión. La virtualidad es una continuidad de la vida psíquica, por tanto de la realidad. 

¿Cuerpos? nah ¡Consciencias!

Ya en la segunda mitad de la serie, la ciencia ficción se toma el protagonismo. Surge lentamente la idea de una conciencia viva en plenitud en el mundo virtual, otorgándole características orgánicas: Lain está conectada (literalmente cableada) a su computador. 

En el mundo real, la desconexión entre personajes, la falta de diálogos, o el empobrecido nivel de profundidad que emerge de sus relaciones, da cuenta de una tendencia a la individualidad. En sí, lo que se privilegia en relación a esto, es a que el mundo interno de los personajes no se vive plenamente en el mundo real. Lo inexpresivo de este mundo, se contrapone al énfasis hostigante del "cablerío", bullicioso y grotesco, es allí donde sujetos pueden hacer y ser. El cablerío se vive de manera digital, es un mundo virtual. Allí cada quien vive su fantasía, es quien desea ser, sin ser un peligro para quien ejerce el control social y político.

Para vivir esta vida, solo es necesaria una simple cosa: una consciencia. Ahora bien, para llegar a esto no es un tramo muy sencillo. La psicopolítica no es un modelo impuesto, es una serie de adaptaciones del capitalismo al deseo humano, tiene la sutileza de arrastrarnos gentil y paulatinamente a vivir preliminarmente lo que pudiera entenderse como deseo, y con ello "facilitar" el acceso a ello. Siendo el cuerpo, en ese sentido, por sobretodo lo que dificulta dicho acceso. Es aquí donde surge la diferenciación generacional respecto a las bondades (comodidades) de la tecnología en comparación a tiempos pasados. La inmediatez de la posmodernidad nos permite pensar en que los procesos y distancias son cuestiones innecesarias, molestas y prescindibles. Salir al mundo y explorarlo, sería precisamente prescindible.


A partir de dicha premisa, en SEL, la identidad humana se presenta en un formato distintivo, a través de un código informático, de datos, manipulables y moldeables, pues están asociados a cifras y números, económicos por cierto. Surge la necesidad de deshacerse del cuerpo. Y no solamente como un elemento facilitador de las "necesidades" humanas, sino que también una necesidad del modelo económico, "optimizando" así la experiencia humana para sus propios fines.

En ese sentido, en el episodio 9 de SEL se realiza toda una revisión histórica de eventos y personalidades reales ocurridas en relación a los grandes avances en cuanto a tecnología, internet y robótica para fines humanos. Desde allí en adelante, esboza la idea de que Lain sería en realidad una incipiente forma de inteligencia artificial (I.A.) explicando así sus dificultades para reconocerse relacionarse con personas y las constantes ilusiones que presencia. 

Este apartado, tiene un interesante vínculo con el videojuego SOMA (Frictional Games, 2015), donde se presenta un panorama postapocalítico donde las condiciones en las que se encuentra el planeta hacen prácticamente imposible que la relación mente-cuerpo encuentre una sintonía. Las consciencias pueden vivir en aparatos tecnológicos, robots, incluso ser incorporadas en un software en un archivo comprimido. 

Ante esto, hay una búsqueda aún mayor. El cuerpo, debido a su capacidad de caducación, supone además el problema de la muerte. La consciencia, al despojarse de éste y fantasear con la idea de "vivir" en un software, u otro cuerpo adaptado, no sólo se acercaría a un porvenir mayormente ilimitado, además permitiría retomar la clásica e histórica fantasía religiosa de la vida eterna. Seremos Dios, de una vez por todas.

Por tanto, algunas consignas: El cuerpo es el límite. Pero por el cuerpo fluye el deseo. El cuerpo y el deseo son fuente de angustia psíquica. El capitalismo se adapta y mueve en función de la mitigación de las angustias humanas (a un precio). La angustia psíquica no constituye en ningún caso algo a erradicar. Sin embargo, el modelo económico en su adaptación a mitigar, plantea al cuerpo como un problema a controlar, el cuerpo sería también prescindible. Ahora bien, este planeta nos ha enseñado sobre los procesos, la vida y la muerte, la psique por diversos procesos defensivos y de supervivencia se resguarda en dichos modelos económicos autodestructivos. No seremos dios, pero parece ser que la causa neoliberal es más importante. 

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